Muy merecido castigo a la auto-complacencia.

Puede que esta columna parezca una más de las muchas que hoy estarán refiriéndose a la escandalosa derrota de ayer en Quillota a manos de Unión La Calera. Un 1-6 que quedará para mucho tiempo grabado en la mente y será motivo de enojo para muchos hinchas que no podemos aceptar de buenas a primeras tan denigrante como apabullante fracaso de la idea de dosificar en extremo en un equipo en que, una y otra vez, ha quedado demostrado carecer de los medios para darse ese lujo.
Porque nada puede haber menos acertado en la vida, y en cualquier deporte, menos aconsejable que el exceso de confianza, máxime cuando aquello surge de mentiras falaces sostenidas en frases cliché, en palabrería vacía o en simples versos, prefiriendo aquella manera de enfocar las cosas por encima de la verdad y la realidad. Eso es lo que a mi juicio conduce la mayor cantidad de las veces a tomar decisiones equivocadas, a errar el camino y a forjar ilusiones a los demás con conceptos que muchas veces ni siquiera a quienes los emiten los convencen del todo y no son más que una manera de posar declarando tales falsedades.
Decir que se está tranquilo porque considera que se hicieron las cosas bien, cuando todo el mundo está viendo que resultaron horriblemente mal, es más allá de una contradicción, una soberana estupidez. Es no querer asumir errores y eso es un primer peldaño hacia la farsa. O manifestar hasta la saciedad que se cuenta con elementos de buen nivel en gran cantidad cuando al tener que echar mano a ellos ese nivel no aparece jamás, es intentar tapar el sol con un dedo. Y esa es otra gran tontera. Tal vez la principal de todas y la que más daño genera.

Este tipo de caídas sin embargo, no solo por lo estrepitosa sino por las evidencias que dejan de manifiesto, son a la postre desafortunadamente muy útiles. Para constatar que hay gente a la que no se le debe creer cuando sale a decir ante los micrófonos lo que dice pensar, porque de verdad si lo piensa mejor que se dedique a otra cosa. Me refiero al gerente Deportivo de la “U”, el ex jugador y ex DT Ronald Fuentes. Para muestras 2 botones: ¿cuántas veces le escuchamos y vimos decir que a la “U” no le hacía falta un defensa central más para esta temporada y que por lo tanto no estaba en sus planes encontrar a uno? Debió salir a buscar a la carrera ‘al primero que pillara’ de emergencia una vez que el DT se lo exigió, y en esa ‘búsqueda’ sin análisis y sin tiempo terminó trayendo a Rafael Vaz, que muy brasileño será, pero que por algo estaba desechado en Flamengo. El tiempo se ha ido encargando de demostrar que no era lo que la “U” requería ni pedía a gritos.

Otra más del Gerente: desistió de las tratativas que se llevaban adelante con César Pinares – dejándole expedito el camino al archirrival para que lo contratara – optando por un desconocido Armando Cooper. 10 fechas – 13 partidos oficiales – y la posibilidad (obligación) de tener que optar por un equipo alternativo debieron transcurrir para poder verlo debutar en un puesto y una función que era evidente y era también lo que la “U” requería con urgencia: la de volante de creación. Lo más irónico de esto fue que el ejecutivo declaró que ‘no lo conocía y me lo vinieron a ofrecer hace 2 semanas’ cuando se refirió al panameño. A corto andar se constató que de verdad a Cooper no lo conocía nadie. Ni él, ni el DT, ni los encargados de hacer la pesquisa y seguimiento de nuevas incorporaciones en el club. Pero, por alguna razón misteriosa, llegó a contar con la venia y el OK de Fuentes.

Y la más conocida y siempre necesario reiterar de todas, aquella frase que se gana el ‘Premio a La Más Ridícula’: “tenemos dos o hasta tres jugadores por puesto”… Tal vez sí se les pueda contar dentro de una planilla, pero este es un deporte com-pe-ti-ti-vo… y si el nivel de cada uno de esos elementos no es equivalente, no sirve de nada tener cantidad si ello no va necesariamente asociado a la calidad similar de uno y otro. Es lo mismo que no tenerlos.

Hay un falso convencimiento por lo tanto que lleva a una también falsa concepción de las cosas, y eso solo puede conducir al fracaso. Hay un directorio que esta auto-convencido que hace todas las cosas muy bien cuando de verdad en lo relativo a decisiones vinculadas con el fútbol mismo, con la cancha, demuestra tener poca sensibilidad o nula ‘expertise’.

Hay gerentes que toman decisiones para las cuales no están profesional ni intelectualmente preparados. Lo peor, es que creen y juran estarlo.

Hay un DT que humanamente es una gran persona pero cuyas decisiones técnicas hacen cuestionar seriamente sus reales capacidades para conducir a un equipo grande como la “U”, y del cual directivos y gerentes hablan de él como si fuera el mejor entrenador del mundo.

Y hay jugadores que hacer rato debieron dejar de pertenecer al plantel – varios que nunca debieron integrarlo – a los cuales se les renuevan y prolongan millonarios contratos sin merecerlo por su bajo nivel futbolístico. Y cuando directivos, gerentes y DT se refieren a ellos los ponen a la altura de verdaderos astros del fútbol internacional.

Seguir insistiendo con esos errores es lo peor que puede sucederle a la “U”. Es no querer ver la realidad por simple tosudez. Es una gran irresponsabilidad. Es ser en extremo autocomplaciente y eso más temprano que tarde se castiga. Como ayer, en la cancha sintética de Quillota. El próximo castigo podría verse expresado en una baja en las asistencias a los estadios, que es lo único en lo que no se ha sido auto-complaciente. Si eso sucede, es porque no se percataron. Porque fueron más brutos de lo que uno podía suponer.

#VamosAzules

Por Jaime Aguirre Dueñas, @jaimeagUirred, para www.100x100azules.cl y @Cienx100Azules

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