Castigo a la Autocomplacencia II (y a la negligencia).

Hace una semana este era el concepto de mis comentarios, a raíz de la fea derrota ante U. La Calera. Este lunes, debo insistir en aquella misma visión a juzgar por lo observado con motivo del partido por Copa Libertadores del jueves en Belo Horizonte y el de ayer en el nacional ante U. de Concepción. Los 2 encuentros terminados también con sendas derrotas y con un denominador común: dejando en evidencia que las cosas resultan mal cuando se conducen y se hacen mal. Así de simple.

Me explico brevemente: existen reglamentos muy claros en todas las competencias en las que se involucra el club. De Conmebol para sus torneos y de la Anfp para los propios. En este último caso, con participación directa de los directivos o representantes del club en su elaboración su estudio o su aprobación. Vale decir, reglas del juego que gustándonos o no son conocidas además de públicas. No es aceptable por lo tanto que los directivos que tienen relación directa con el trabajo de un DT o su cuerpo técnico no hayan sido lo suficientemente rigurosos para exigir que Guillermo Hoyos dejara su extraña costumbre de ingresar siempre tarde a la cancha, faltando a los reglamentos. ¿Nadie le advirtió esa inconducta?

Tampoco puede tolerarse que, al momento de la firma de los respectivos contratos de trabajo, en el equipo del DT no haya habido ningún ayudante técnico con título reglamentariamente reconocido, que lo habilitara para sentarse a la banca y firmar la planilla en casos de suspensión o inhabilidad por cualquier causa (salud por ejemplo) del DT titular. ¿Nadie sabía eso durante estos 16 meses?

Menos se puede aceptar que dentro de ese mismo escenario, y ante la necesaria pero intempestiva desvinculación del cuerpo técnico, se haya tenido que recurrir a un interinato (una vez más de una dupla y no de una sola persona que tome el control, el mando y asuma las responsabilidades) en cuya conformación el técnico principal (Esteban Valencia) no tenía la documentación legal exigida para ejercer la función para la cual se le estaba entregando el cargo. ¿No había nadie que supiera de esta realidad al interior del club y que así se lo advirtiera al presidente antes de anunciar que se le entregaba tal responsabilidad a Valencia?

¿Qué es lo que pasó entonces? A mi juicio se entregó la confianza en la toma de decisiones deportivas a personas que claramente no están capacitadas para ejercer dicho cargo con eficiencia. O porque son malos en lo que hacen, son flojos o claramente negligentes. Y de esta negligencia son cómplices directos quienes los designaron, que – por auto-complacencia – creen estarlo haciendo súper bien porque ellos mismos se sienten personas superiores que no escuchan a nadie. Claro, en las empresas de las cuales son propietarios, hacen y deshacen lo que se les antoja sin consultar a nadie. Pero en esta empresa, por mucho que también sean los dueños de los derechos de administración, las cosas son esencialmente diferentes. En ellas no existen los hinchas, sino solo meros clientes. O, si la gente les deja de comprar productos o, propiedades por ser de mala calidad ¿no despiden a los gerentes del área que falla, a segundos de comprobada su responsabilidad? ¿Por qué en la “U” no?

No hay peor ciego que el que no quiere ver, peor sordo que el que no quiere oír ni peor ignorante que el que no quiere reconocerlo ni aceptar que debe cambiar su forma de ver, oír y hacer las cosas. Lo digo porque no soy el primero ni seré tal vez el último que opine de estas cosas y haga ver por donde pasa la generación de todos los problemas de la “U”.

En otra oportunidad, tal vez, me referiré a cómo todo lo anterior afecta directamente al fútbol mismo. Pero sé que los lectores e hinchas tienen eso quizás más claro que yo. Simplemente porque no son auto-complacientes.

#VamosAzules

Por Jaime Aguire Dueñas, @jaimeagUirred, para 100x100azules.cl y @Cienx100Azules

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